Hablar de salud mental ya no es un tabú. Cada vez más personas entienden que ir a terapia no es un signo de debilidad, sino una forma de cuidar el bienestar emocional. Sin embargo, muchas veces surge la duda: ¿cuándo ir a terapia? ¿Cómo saber si realmente la necesito o si lo que siento pasará con el tiempo?
A continuación, te explicamos cuándo es recomendable acudir a un profesional y cuáles son las etapas del proceso terapéutico, desde el primer pensamiento hasta el cierre exitoso.
Aprende más del tema de forma profesional con nuestra formación online.
Índice de contenidos
¿Cuándo ir a terapia?
Ir a terapia no es solo para momentos de crisis. Muchas personas buscan ayuda psicológica cuando sienten que algo no va bien, aunque no puedan explicarlo con claridad. Es momento de considerar la terapia cuando las emociones, pensamientos o comportamientos empiezan a afectar tu vida diaria: tus relaciones, tu trabajo, tu descanso o tu salud.
Algunas señales que pueden indicar que es hora de buscar ayuda profesional incluyen sentirte abrumado, triste o ansioso con frecuencia, tener problemas para dormir, dificultades para concentrarte, discusiones constantes, baja autoestima o falta de motivación. También si estás pasando por un duelo, ruptura o cambio importante, la terapia puede ser un espacio seguro para acompañarte.
No necesitas “tocar fondo” para ir a terapia. De hecho, hacerlo a tiempo puede prevenir que los problemas se vuelvan más intensos y ayudarte a desarrollar herramientas emocionales más sanas.
Etapas del paciente en el proceso terapéutico
Ir a terapia es un proceso que evoluciona con el tiempo. No se trata de un cambio inmediato, sino de un camino que implica autoconocimiento, compromiso y paciencia. Existen seis etapas principales por las que puede pasar una persona durante su proceso terapéutico.
1. Pre-contemplación
En esta fase, la persona no reconoce que necesita ayuda. Puede minimizar lo que le pasa o pensar que “todo está bien” aunque su entorno note señales de malestar. Es una etapa de negación o resistencia, donde aún no hay intención de buscar terapia.
2. Contemplación
Aquí la persona empieza a reflexionar sobre lo que siente y a considerar la posibilidad de acudir a terapia. Reconoce que hay algo que podría mejorar, pero todavía tiene dudas o miedos: no sabe si funcionará o si será capaz de abrirse con un profesional.
3. Preparación
En esta etapa, la persona toma la decisión de buscar ayuda. Investiga sobre psicólogos, tipos de terapia y horarios posibles. Ya hay una intención clara de cambio, aunque todavía puede haber algo de inseguridad sobre el proceso.
4. Acción
Es el momento en el que la persona inicia la terapia. Se compromete con las sesiones, empieza a hablar de sus emociones y trabaja junto al terapeuta para entender su historia y construir nuevas herramientas emocionales. Es una etapa de esfuerzo, descubrimiento y progreso.
Te puede interesar:
Apoyo psicológico en situación de crisis: claves para intervenir con empatía y eficacia
5. Mantenimiento
Después de un tiempo, el paciente empieza a notar mejoras. Aprende a aplicar lo trabajado en terapia en su vida diaria, maneja mejor sus emociones y mantiene los cambios de forma consciente. La constancia y la práctica son fundamentales aquí para evitar retrocesos.
6. Terminación
Finalmente, llega el momento en que el paciente y el terapeuta evalúan que los objetivos se han cumplido. No significa que ya no se necesite apoyo, sino que la persona ha desarrollado herramientas suficientes para seguir adelante por sí misma. La terapia puede retomarse en el futuro si surgen nuevos desafíos.
Saber cuándo ir a terapia es un acto de autoconocimiento y autocuidado. No hay un momento “perfecto”, pero si sientes que tu bienestar emocional está siendo afectado, buscar ayuda profesional es una decisión valiente.
Pasar por las diferentes etapas del proceso terapéutico —desde reconocer la necesidad de ayuda hasta dar por terminado el tratamiento— es una experiencia que puede transformar tu vida, mejorar tus relaciones y fortalecer tu salud mental.