Los riñones tienen una función imprescindible para que nuestro cuerpo funcione correctamente. Este órgano se encarga de filtrar las toxinas y eliminar los desechos y el exceso de líquido a través de la orina. Además, mantienen el equilibrio químico en la sangre y contribuyen en la producción de hormonas. Por lo tanto, debido a su importancia y con motivo del Día Mundial del Riñón (11 de marzo) queremos explicarte cuáles son los factores de riesgo que pueden provocar enfermedades renales y qué consejos facilitan los nefrólogos para cuidar de ellos.
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Índice de contenidos
Factores de riesgo de las enfermedades renales
Sabemos que el ser humano es capaz de vivir con un solo riñón, pero las patologías previas y un estilo de vida poco saludable son los principales factores de riesgo para desarrollar alguna nefropatía, siendo la insuficiencia renal la más común. Así pues, dichos riesgos son:
- Antecedentes familiares.
- Edad (más de 50 años).
- Obesidad.
- Hipertensión.
- Diabetes.
- Tabaquismo.
Por lo tanto, si identificas algunos de estos riesgos en tu vida diaria, es el momento de hacer los cambios necesarios para cuidar tus riñones.
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9 consejos para cuidar los riñones
Aquí compartimos algunos consejos para favorecer el buen funcionamiento de los riñones. Toma nota:
Dejar de fumar
Además de afectar negativamente en general, el tabaco reduce el flujo de sangre, evitando que llegue la suficiente a los riñones y que funcionen correctamente. Es por ello que hay que alejarse de los cigarrillos.
Cuidar de la alimentación
La alimentación es la base de una vida saludable, por lo que, cuanto más variada y equilibrada esté, mejor. La dieta diaria debe incluir verduras, frutas, proteína y grasas saludables, evitando el consumo diario y el exceso de sal, azúcares y ultraprocesados que dañan los vasos sanguíneos.
Mantenerse hidratado
Los riñones deben mantenerse hidratados para que funcionen correctamente. Ahora bien, no se trata de beber agua de golpe y en una sola toma, sino dosificar la ingesta de los 1’5l – 2l durante el día. Hacer trabajar a los riñones de forma excesiva impide que nuestro cuerpo asimile el líquido de forma correcta.
Limitar el consumo de alcohol
El alcohol tiene doble efecto negativo, pues aumenta la presión arterial y aporta calorías vacías, es decir, no aporta nada nutricionalmente y provoca un aumento de peso.
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Hacer ejercicio
El deporte es otro pilar para un estilo de vida saludable. Por ello, los especialistas en nefrología también recomiendan realizar ejercicio físico de forma regular y moderada (unos 30 minutos diarios), mejorando el estado de salud en general.
La actividad física contribuye a controlar el peso, reducir la presión arterial y retrasar el avance en caso de padecer una enfermedad renal.
Sueño de calidad
Aunque no lo creas, descansar bien es muy importante para la salud de los riñones. Lo ideal es dormir entre 7 y 8 horas diarias, permitiendo que el cuerpo se pueda recuperar de todo el día.
Control del peso
En las personas con sobrepeso u obesidad los riñones tienen que trabajar más para filtrar las toxinas y realizar el resto de las funciones. Por lo tanto, mantenerse en el peso adecuado aligerará la carga extra en ellos.
Control de los niveles de glucosa en sangre y de la presión arterial
Especialmente en las personas con diabetes, los niveles altos de azúcar pueden dañar los vasos sanguíneos, afectando al funcionamiento de los riñones. Por ello es importante mantener un control de la glucosa en sangre a través de las pautas adecuadas de insulina (en el caso de diabetes mellitus 1) o en la dieta y el ejercicio (diabetes mellitus 2).
Evitar la automedicación
La toma prolongada de antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno, daña los riñones, pues son los responsables de eliminar los desechos del organismo a través de la orina. Por lo tanto, es importante dejar la de automedicarse y de forma habitual.
Revisar la salud de los riñones
Además de cambiar de hábitos, la mejor prevención está en las revisiones anuales al médico. Para comprobar el estado de salud de los riñones se suelen realizar dos tipos de pruebas:
- Análisis de orina, para comprobar qué tipos y niveles de proteínas y albúminas están presentes.
- Análisis de sangre, para conocer la cantidad de desechos en sangre y si los riñones funcionan correctamente.
- Ecografía, para detectar precozmente alguna patología.